
Tus brazos como blancos animales nocturnos, afluyen donde mi alma suavemente golpea.
A mi lado, como un piano de plata profunda...parpadea tu voz, sencilla como el mar cuando está solo y organiza naufragios de peces y de vino para la próxima estación del agua.
Luego, mi pasión bajo tu voz resbala.
Mi sexo como el mundo diluvia y tiene pájaros, me estallan al pecho palomas al desnudo.
Y ya dentro de ti yo no puedo encontrarme, cayendo en el camino de mi cuerpo, con sumergida y tierna vocación de espesura, con derrumbado aliento y forma última.
Tú me conduces a mi cuerpo, y llego, extiendo el vientre y su humedad vastísima, donde crecen benignos pesebres y un animal pequeño, doliente y transitivo...